Un hombre abandonaba Beleram al amanecer. A esas horas la ciudad ya estaba en pleno movimiento. Algunos sirvientes de la Casa de las Estrellas alisaban el terreno de juegos, y los vendedores rezagados acarreaban sus productos, cuesta abajo y de prisa, por las callejuelas que desembocan en el mercado. Los sabrosos olores de los puestos de comida saturaban el aire. En uno de ellos, el hombre se detuvo a comprar una tortilla envuelta en hojas. ¡Cuántas veces el recuerdo de ese sabor le devolvería la entereza para seguir el camino!
¡Adiós Beleram!, dijo sin volverse a mirar.
Aprovecharé el largo camino para hacerte una canción.
Pasó el puente que cruzaba sobre el río, caminó hasta los Montes Ceremoniales, los atravesó por un atajo difícil.
Y entonces sí, elogió el paisaje con toda su voz. ¡He llegado al valle más hermoso del mundo! Trece Veces Siete Mil Pájaros, así se llamaba el sitio.
Continuó su marcha en dirección al mar. Los Astrónomos le habían ordenado que aguardase en la orilla la llegada de las mujeres-peces. Y las mujeres-peces vinieron desde el atardecer. Traían una pequeña embarcación que dejaron cerca de la costa.
El viento venía con ellas, por eso el cabello les revoloteaba delante. Después les revoloteaba a las espaldas, cuando se volvieron en dirección al atardecer; y el viento, no.
Fragmento de "Los días del Venado".
Narrado por Zulma Fernández en el homenaje a los 20 años del lanzamiento del primer libro de La Saga de los Confines.
Fuente:
https://homenaje-lilianabodoc.blogspot.com/
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