Piukemán era, entre los varones, el más parecido a su madre. De ella le venía esa urgente curiosidad por todas las cosas.
Desde que tuvo suficiente entendimiento, empezó a preguntar qué había del otro lado de la Puerta de la lechuza, y quién prohibía a los husihuilkes llegar allí. Pero nunca, hasta ese momento, había obtenido respuestas. Finalmente, decidió averiguarlo por sí mismo. Dos veces, en celebraciones pasadas, había abandonado el Valle de los Antepasados y recorrido el sendero hasta el límite de lo permitido Y las dos veces fue mayor el miedo y regresó sin atreverse a quebrantar la inmemorial prohibición. Piukemán tenía vividas once temporadas de lluvia, y no estaba dispuesto a dejar que pasara otra sin atreverse a cruzar la Puerta de la Lechuza.
¿Los escuchas llegar? Vienen hacia aquí contra todas las leyes.
¿Escuchas, hermano tambor? – dijo Kupuka.
Es Piukemán, el menor de los hijos varones de Dulkacellin. Y no viene solo, trae a su hermana. Esos niños no deberían estar aquí. Tú lo sabes, y yo, y cualquier criatura del bosque.
La curiosidad de Piukemán, es su buena estrella y es su noche.
Por la curiosidad, este niño conocerá el horror.
Por la curiosidad, recibirá un don semejante a la peor condena.
Fragmento de "Los días del Venado".
Leído por Pablo Bernasconi en el homenaje a los 20 años del lanzamiento del primer libro de La Saga de los Confines.
Fuente:
https://homenaje-lilianabodoc.blogspot.com/
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